miércoles, 10 de febrero de 2010

Cuando la ilusión ciega la lógica


¿No han tenido nunca la ilusión de conseguir un sueño por inalcanzable que pueda parecer? Lo pregunta alguien que en su infancia, además de preguntarse cómo sería convertirse en una figura del tenis mundial, preguntaba para sus adentros cuál sería el discurso en el supuesto caso de ganar Roland Garros. Pero hoy no hablo de mis sueños infantiles, sino de los sueños de aquellos que decidieron cambiar un camino de baldosas amarillas para pisar el amarillo del albero camino de un Oz no tan idílico; aquellos que luchan por ser torero.

Para mí el toreo es como la cirugía, algo que se presupone tan perfecto, heroico, preciso y precioso que no sería digna ‘de entrar en su casa’. Es más, sólo una palabra no bastaría para sanarme. Es por eso, que admiro mucho a aquéllos que han consagrado y consagran su vida al arte de Cúchares. Y no sólo a ellos, sino más si cabe, a aquéllos que luchan por ser espadas. Un sin fin tardes de entrenamiento, de toreo de salón luchando, no sólo por conseguir unas cualidades, sino también por un golpe de suerte que le ayude a encumbrarse y todo andando a tientas, nunca mejor dicho. Para desmonterarse ante ellos, no es para menos.

El pasado viernes, día 5, en la puesta de largo del Aula Taurina de Málaga (
www.escuelataurinadiputaciondemalaga.com), el crítico taurino y profesor de la UMA, Juan Ortega, planteaba a los presentes la incógnita de que qué mueve a los chavales para que quieran ser toreros. Si se les preguntara a ellos, algunos no sabrían qué responder, no porque no lo sepan, sino porque a veces es muy difícil definir aquéllo que te apasiona. Por eso cuando pienso en los toreros que esposaron sus vidas a los barrotes de ese grandioso mundo del arte junto a la muerte, pienso también en esos chavales que no cesan en su empeño de formarse como matadores. Y es entonces, cuando se me viene a la cabeza una frase lapidaria que el maestro Fernando Cámara me ofreció en una entrevista: “Qué mundo más complicado. Cuántos retos tienen que superar. Ellos no lo saben porque la ilusión ciega la lógica”.

*Foto:Fernando Cámara y Adolfo Ramos. Publicada por el Diario Melillahoy