sábado, 12 de noviembre de 2011

La luz de la plata


De todos los elementos de los que se tienen constancia en la actualidad, es la plata uno de los que ya se conocía en la antigüedad ya que incluso se menciona en el libro del Génesis de la Sagrada Biblia. Lo que para los químicos es el símbolo Ag, para la madre de nuestra lengua, el latín, era el argentum, que significaba ‘brillante’. Además, dicen los entendidos que la plata es muy valiosa por sus múltiples utilidades y que también es el mejor conductor de luz y calor. El que estableciera que los subalternos vistieran cubiertos de ella, acertó de pleno.

Esta tarde, hay que hablar de tres hombres que hacen con la plata orfebrería fina. Tres profesionales en los que se puede comprobar que el comenzar una nueva ruta no es un dar un paso atrás, sino que es un síntoma de que no se ha dejado de caminar. Juan José Trujillo, Curro Javier y Luis Blázquez decidieron cambiar el rumbo de sus vidas taurinas con la esperanza de triunfar de otra manera en las plazas que se alejaron cuando se vistieron de oro. Son tres ases que junto a José María Manzanares forman un póker que gana la partida allá por donde va. Tres velas que empujan en una misma dirección. “Él nos mira y ya sabemos donde quiere llegar” reconocía el propio Curro Javier en una entrevista cuando le preguntaban sobre esa unión infranqueable que han creado gracias a un entendimiento y una compenetración total.

Un engranaje perfecto. Si hay que lidiar, el capotazo justo y necesario. Si hay que poner banderillas rara es la tarde en las que alguno de los tres, si es que no son los tres, se tiene que desmonterar después de parear el toro en cuestión. Profesionalidad y calidad, que en ningún momento desmerecen a la altura de la figura a la que acompañan. Tanto es así que no dejan de acaparar premios ya sea de forma individual o colectiva, como ha sido el cervatillo Taurino de la Feria de Córdoba como hemos visto en las imágenes a Juan José Trujillo, recoger en solitario el premio de esta casa. Pero en el caso de esta tarde vuelve a ser un reconocimiento de forma conjunta, porque decidirse por uno de ellos no sólo sería complicado sino que también sería injusto. Precisamente no deja de reconocerse su labor en un año en el que la plata se ha oscurecido en ciertos momentos como ha sido la muerte de Paco Sánchez Fuentes, Antonio Fernández ‘Almensilla’, más recientemente, o con la muerte de Manuel Montoya el pasado mes de agosto. Pero no hay que olvidar tampoco a los que han decidido dejar los ruedos, como es el caso de Antonio Tejero, que se ha retirado tras veinte años en la profesión.

Pero al margen de las despedidas, Juan José, Curro y Luis no han dejado de brillar. En Málaga eso se pudo comprobar. Todos hicieron gala de su buen hacer las dos tardes que pisaron la plaza y fueron no el complemento, si no la aureola perfecta para esas dos faenas que propiciaron que Manzanares fuera el gran triunfador del Feria de Agosto de este 2011. En una feria en la que también hubo que lamentar percances sufridos por subalternos como le ocurrió a Alejandro Escobar, subalterno de Enrique Ponce, o a Luis Miguel Collado que acompañaba a Mari Paz Vega.

El caso es que ahora que acaba la temporada y se echa la vista atrás, uno siempre pretende quedarse con lo mejor. Y sin duda, los mejores están aquí con nosotros. Los son los tres, cada uno con sus nombres y sus vidas sí, pero sin olvidar que sus ojos son también los de sus compañeros, que sus manos tienen que unirse a las de los demás. Como decíamos al principio por esa capacidad en cualquiera de las suertes y por transmitir de manera conjunta e incondicionalmente luz y calor a su Maestro, no podía ser de otra manera que el trofeo a la mejor faena de brega fuera para ellos tres. Así que esta vez, va por ustedes.

(Presentación del trofeo que concede el equipo gubernativo de La Malagueta a la Mejor Faena de Brega de la Feria de Agsoto. Este año concedido de manera conjunta a Curro Javier, Luis Blázquez y Juan José Trujillo, de la cuadrilla de Manzanares)

Va por usted y por 'Telito'


Era el final deseado. Era la estampa de la satisfacción que nace de la unión del trabajo, el esfuerzo y la paciencia de años. Reinaba también la sensación de que todo acababa tal y como se había imaginado y con el descanso de que había llegado a buen puerto todo aquello por lo que se había luchado. A Telito lo arrastraban por el albero de La Malagueta dejando tras de sí la estela del buen sabor que se paladea tras haber presenciado la lucha de un animal de primera categoría, haciendo honor a la plaza que ahora iba dejando tras él. La presentación era simplemente perfecta. 520 kilos de pelo negro bragado que encendieron la ilusión y la esperanza de un respetable que añoraba ejemplares que estuvieran a la altura de lo que se merece nuestra plaza. Era el primer toro de la segunda corrida de abono de una extensa Feria de Agosto que, entre otros aspectos, se saldó con sonoros petardos ganaderos y es por esto que las seis cabezas de Guardiola resaltaron aún más. Y ojo, que con esto no le estoy quitando mérito, sino que precisamente, con este encierro quedó más marcada aún la diferencia entre lo que debe ser y lo que es. Jaime, Jaime Guardiola, el ganadero, lo sabía. Jaime era consciente de que en Málaga su hierro no podía saltar a la arena de cualquier forma. Es más, para Málaga, no es de recibo que pisen su albero animales que lejos quedan del status que se le presupone a un coso que lucha por conseguir una identidad propia. Y esto, también era algo que Jaime había comprobado a lo largo de los años. A la hora de apartar el ganado que viajaría hasta Málaga, él rememoraba aquella década de los 70 en la que movido por la afición se desplazaba hasta nuestra ciudad para disfrutar de la Feria, tanto de la taurina como la festiva, porque tampoco dejaba pasar la oportunidad de disfrutar de un plato de chanquetes con huevo frito. Eran los años del gran maestro de Ronda, de Don Antonio Ordóñez, de Paco Camino y otros grandes nombres. Momentos en los que Málaga no era precisamente un escoyo difícil de solventar, tanto era así que Jaime echa la vista atrás y recuerda entre sonrisas una encerrona de Curro Romero ante toros de Guardiola, lo que deja patente lo que les acabo de contar.

Jaime tenía claro que tipo de toro tenía que embarcar con destino a La Malagueta y como el mismo dice “a Málaga había que ir a triunfar y por eso decidí enviar los toros que podían hacerlo de manera uniforme”. Y no se equivocó, porque en cuanto a nobleza y belleza eran seis ejemplos dignos de estampa. Pero fue Telito, a quien hoy tenemos que recordar, el que destacó por encima de los demás. Pero esto era algo que venía sucediendo ya en su apacible vida en el campo. Una vida que comenzó en el año 2007 allá por el mes de abril. Este cuatreño era la joya de la corona. “Bajo, fino y con una arboladura considerable”, lo recuerda Jaime. El ejemplar perfecto en el que todos plantaban sus ojos y al que todos querían embarcar con destino a su plaza, pero su destino era y tenía que ser Málaga.

La de aquel 12 de agosto era una tarde que se prestaba al análisis. De aquella corrida se podían desgranar muchos matices. La hoja de ruta que se había creado en El Toruño alcanzaba sus últimos tramos. Y esta estrategia, si es que se puede llamar así, no era otra cosa que otra muesca en la piedra angular de la que partió la razón de ser de este mítico hierro; “buscar un toro que vaya bien al caballo”. No soy yo quien dice, sino el propio ganadero, que “las ganaderías se van al traste por la falta de casta, y la mejor prueba para que eso no ocurra es que el toro vaya bien al caballo”. “Nuestros criterios de selección, explica Jaime, son la nobleza y la casta, aunque unas veces se consigue y otras no”. Pero esta vez, fue de las que si. De los seis que saltaron, tres de ellos, entre los que estaba Telito, eran del mismo semental. Además también estaban Canción y Moreno, todos ejemplo de lucha y acometividad. Y prueba de esto es que precisamente Moreno, recibió el que recientemente se ha premiado como mejor puyazo de la Feria de Málaga, a cargo de Alfonso Doblado picador de la cuadrilla del diestro Fernando Robleño.

Para Telito, su antagonista en el ruedo sería Antonio Barrera. Especialista en retos difíciles, si es que ya de por sí, ser torero no lo es. Barrera mostró su disposición desde el primer momento y Telito no fue menos. Incluso, Pepín Monje, el banderillero, tuvo que desmonterarse tras parearlo. Y es que la tarde apuntaba maneras. Ya en el caballo, el quid de la cuestión, se volvieron a cumplir los pronósticos haciendo que Germán González se empleara a fondo y plasmara uno de los mejores tercios de varas de la tarde y de todo el ciclo de agosto.

Con la muleta, Barrera lo citó en corto con la mano baja, mostrándose dominador, aprovechando no sólo que el toro embestía y agradaba sino que se había creado una gran conexión. Como bien dice Jaime “hay toros que necesitan a ese torero en concreto” y eso es ni más ni menos lo ocurrió en aquel primero de la tarde; hombre y animal, no sólo se necesitaban si no que también se encontraron el uno al otro.

Tras un segundo intento con la espada y un descabello ‘Telito’ cayó. No pudo ganarse la vida y con ella la vuelta al campo, dónde como decíamos, era tan admirado. Pero en cambio, supo morir en el ruedo. Lo hizo dignificando a su especie y aunque pueda parecer paradójico, con su muerte reivindicó la pervivencia de los de su género; seres inigualables, enigmáticos y muestra de la conjunción perfecta entre poder y nobleza. Telito murió en la arena, de forma pública, alejado de oleadas de falso animalismo y políticas que intentan ningunear la grandeza de un arte que guarda en su carácter efímero un tesoro que nunca perece; la verdad. Es por esto, por lo que hoy recordamos a Telito, por su fidelidad a su naturaleza brava y es por eso que también hay que reconocer la ciencia, la paciencia y el saber hacer de aquellos que consagraron a su vida a perpetuar y a seguir dignificando al animal más venerado e idolatrado; el toro bravo. Para todos ellos, hoy representados de forma muy merecida, en la figura de Jaime Guardiola, nuestro agradecimiento, admiración y este trofeo. Va por usted y por Telito.

(Presentación del trofeo del Colegio de Veterinarios de Málaga, concedido al toro ‘Telito’ de la ganadería de Hdros. de Salvador Guardiola)