martes, 28 de julio de 2009

Marta, la que contempla la vida activa


«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» Éstas son las palabras que, según el evangelio de San Lucas, Jesús dirigió a Marta cuando ésta reprochaba a su hermana que le dejara sola con todo el trabajo. No es fácil, ser ‘marta’ (salvo en eso del reproche), pero no se cómo se hace de ‘maría’. No se con qué quedarme. ¡Quién fuera como ella para con sólo elegir una cosa, elegir lo mejor! ¿Con qué quedarse? Yo, en una decisión rápida tomada al ritmo de las teclas y haciendo gala de mi agitación propia de ser una ‘marta’, me quedo con una mezcla de las dos.
Me encanta tener asuntos entre manos, que ningún día sea igual, y prefiero el estrés antes que el aburrimiento (que no el descanso) y cuento con un mal genio, que según se vislumbra en sus palabras, se le adivina a mi tocaya de Betania. Pero es cierto que no hay nada, absolutamente nada como ser feliz con lo justo y necesario y saber que eso con lo que te quedas es lo correcto. Ahí reside mi anhelo de ser ‘maría’. El 29 de julio, se celebra la festividad de Santa Marta. Como regalo quiero, ser por un día ‘maría’ y al día siguiente poder ‘preocuparme’ por aquello que he contemplado. Espero saber elegir “la parte buena”.

domingo, 26 de julio de 2009

La estrella de Contador


Ha acabado el Tour. Alberto Contador ya brilla con luz , más propia que nunca, en el cosmos de las dos ruedas. El mundo del deporte es una mina en eso de encumbrar a sus estrellas a la galaxia de los elegidos. El ciclismo, herido siempre por la sombra del dopaje (véase el último episodio protagonizado por Danilo Di Luca) ha dotado a ese particular firmamento de numerosos astros. Y el de Pinto, no iba a ser menos. Cuatro grandes vueltas y cuatro veces en lo más alto del cajón. Juventud, ímpetu, valentía. Cabeza fría y corazón caliente. El coctail perfecto.

A pesar de su superioridad sobre el papel y sobre el asfalto, Alberto se vio condenado luchar en solitario. En Astana, los que tendían una mano no lo hacían para sujetar a Contador. Aunque eso sí, a su lado nunca faltaban su temple y su confianza, además de un oasis que es ejemplo de lealtad: Andreas Klöden. Corpulento, de gran fortaleza y un sillín imantado a su cuerpo que hace que no se levante ni siquiera ante un puerto infranqueable. Este alemán de 34 años siempre se ha caracterizado por su fidelidad al líder, su líder. Ya lo demostró durante su época como corredor del Deutsche Telekom (que más tarde se llamó T-Mobile) cuando realizaba sus andanzas como fiel Sancho junto a un hidalgo llamado Jan Ullrich. Ahora, batallando en las filas del Astana se ha convertido en el ayudante de campo de Contador. Su único ayudante. Un nuevo Vichy en medio del imperio Armstrong. Un boxer que ha hecho del trabajo y el silencio sus mejores armas.

El jersey amarillo ha supuesto en el corredor madrileño una luz al final del túnel. Un túnel construido a base de intereses creados y favoritismos comandados por un director que ha sido capaz de anteponer los caprichos de un veterano almidonado de ambición y soberbia a las posibilidades reales de ganar la ronda gala. Tanto es así, que minutos antes de comenzar la última la jornada, Contador reconocía que la etapa más dura había sido “la que había tenido que vivir en los hoteles”. Dicen que cuando Dios cierra una puerta, en otro sitio abre una ventana, y en este caso, con vistas a los Campos Elíseos.