jueves, 31 de diciembre de 2009

Adiós


Creo que toca despedirse, o eso, al menos, es lo que hace todo el mundo cuando llegan estas fechas. Se despiden de vosotros. Nunca se os niega un adiós, pero no todos mereceis el mismo boato. Aunque estéis el mismo tiempo con nosotros, no a todos se os recuerda igual. A tí te recordaré por lo rápida que has querido que sea tu visita. Cualquiera diría que querías pasar desapercibido, pero no ha sido así, ni mucho menos.

Te recuerdo con altibajos, con días de mucha alegría pero también dubitativo. Fuiste tan cambiante que a veces no me daba tiempo ni a asimiliarlo. Pero ahora echo la vista atrás y me doy cuenta de que, a pesar de que hubo momentos difíciles, me quedo con lo bueno, que es mucho. Si tuviera que ponerte cara te pondría los ojos morenos y te adivino una sonrisa de esas capaz de alegrarte el día más triste. Sé que te echaré de menos pero hay que concederle el beneficio de la duda a l0s que están por llegar. Así que llegó el momento de separarse. Gracias y hasta siempre, 2009.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Gloriosa venida

“Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!

Sucedió que cuando los ángeles su fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.”
(Lucas 2, 1-20)

domingo, 20 de diciembre de 2009

La faena del recuerdo


Quintero, León y Quiroga ‘reclamaban’ en su memorable ‘Capote de grana y oro’ un crespón de luto “por la muerte de un torero caballero y andaluz”. Corría el año 51 cuando Juanita Reina estrenaba este pasodoble compuesto a la memoria de la muerte de Manolete, ocurrida en la plaza de toros de Linares cuatro años antes. Ha pasado más de medio siglo desde que nacieran estas letras a quienes la actualidad ha desempolvado y les ha devuelto el rigor, porque según decía Nietzsche “todo pasa y todo vuelve, eternamente gira la rueda del ser”. En este caso, el diestro por el que prendo un crespón en este blog, es el maestro rondeño Antonio Ordóñez, de quien se cumplieron 11 años de su muerte el pasado día 19 de diciembre.

Vaya por delante que mi fecha de nacimiento no me permitió verle torear en vivo y en directo, (¡qué más hubiera querido yo!), aunque si recuerdo unos breves vídeos que aparecieron hace tiempo en un extinto programa de televisión, en el que precisamente no se hablaba de toros. Pero según cuentan y me cuentan, ese espectáculo pienso debía ser sublime. Lo pienso cuando mi padre recuerda y me narra sus faenas con cierto coraje por saber que no se repetirán; lo pienso mientras el diestro Miguel Sánchez cuida con sus mayores desvelos el museo taurino de La Malagueta, que lleva el nombre del ilustre rondeño (recuerdo como en una ocasión Miguel me decía lleno de emoción: “hay grandes figuras pero el hueco que él dejó, nunca se llenará”). Las puertas de dicho museo las protege su figura de bronce, en la que hace varias semanas apareció un ramo de flores rojas, algo que maquilla de alguna manera el vacío de ese estoque que alguien robó y que nadie se encargó de reponer.

Pero cuando murió, también volvió a su origen. Como dice el tango, “uno siempre vuelve al primer amor” y fue bajo el albero de la Maestranza de Ronda donde quedó custodiado su recuerdo. Ese albero que tantas veces pisó y sobre el que su sangre vuelve a pasear cada año. Sirvan estas líneas como homenaje a quién consiguió que su recuerdo fuera una faena imborrable.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Tú, nuestro Señor


Después de casi dos meses de ausencia ‘bloguera’, vuelvo a escribir. Ausencia debida no sé si a la falta de inspiración o a la autocensura para no escribir sobre temas que creo y siento deben quedarse en mí. Vuelvo de la mano y tras los pasos de aquel que, precisamente, nos pidió que le siguiéramos (por eso, hágase tu voluntad y no la mía). Y aquí estoy, frente a un domingo en el que también es precepto rendirse a la grandeza de algo que, por más que se imaginara, superó las expectativas. Jesús Cautivo, salió a la calle de forma extraordinaria. En todos los sentidos. Finalmente, sin bastón de mando (debió perderlo en la bulla de la plaza del Obispo), ejerció de regidor desde el escaño de la fe y con el apoyo, sin oposición, de la multitud. Esta última, de todos los colores.

Pero como en todas las historias, hay un comienzo. Recuerdo cuando hace meses, Juan Partal, hermano mayor de la cofradía del Cautivo, anunciaba en programa de radio El Cabildo que la hermandad estaba inmersa en la organización de los actos por el aniversario fundacional, recuerdo el estupor que causó la noticia de la escisión de 35 músicos de la banda de la Estrella y que para continuar su actividad, llamaron a las puertas trinitarias. Puertas que se abrieron y como resultado dio la banda de cornetas y tambores ‘Jesús Cautivo’. Amén de la exposición que recordaba la historia de la corporación. Un volumen informativo muy grande y que se iba disipando paulatinamente a medida que se acercaba el 14 de noviembre. Tanto es así que ni en el barrio conocían lo que se avecinaba. El escaso número carteles pegados invitaba a imaginar que su existencia era una leyenda urbana. ¿Despiste?¿poca picardía?¿desidia?. “A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad”, Víctor Hugo dixit.

Aún así, este fin de semana blanco, que no en blanco, comenzaba rodeado de una intimidad en la que la pequeñez del hombre se hacía patente. Calle Trinidad era testigo del traslado del Cautivo envuelto en un silencio que arengaba a las almas a que se encadenaran a la fe. Una fe que, como es capaz de mover montañas, hizo que Málaga no faltara a su cita de la tarde del sábado. Hubo sol. Y gente. Hubo noche. Y gente. Hubo ovaciones. Y gente. Hubo silencio. Y gente. Porque eres tú nuestro cautivo, porque eres tú nuestro Señor.

Creo que no existe el término para expresar lo que para mí ha sido esta salida histórica, o al menos la emoción no me ha dejado encontrarlo, por eso, cuando sus manos cautivas desaparecían tras los muros de la casa hermandad, simplemente pude decir: “Señor, acuérdate de mí cuando llegues tu reino”.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Inmortal Paquirri


Durante toda esta semana y presumiblemente también en la que entra, todos los medios se han hecho (y se harán) eco del 25 aniversario de la muerte de Francisco Rivera ‘Paquirri’. 26 de septiembre de 1984 ¿les suena? Sí, esa fue la fecha. Ese fue el día en el que el diestro de Barbate cedió los trastos a la muerte entre las astas de ‘Avispado’ en la plaza de Pozoblanco. Un cuarto de siglo después, todos quieren llevar razón y arriman las ascuas a su sardina particular. Los platós de televisión se han convertido en una pasarela de amigos, hermanos (Antonio Rivera, un ejemplo de sensatez y educación), acompañantes, ex - amantes, confidentes y un largo etcétera de ad láteres que aparecían con la vitola de ser el arca de la verdad. Una verdad que se tornaba de distinto color según quien la contara. Y digo esto porque todo el mundo dice haber hablado y estado con el diestro la última noche de su vida. Creo que ahí sobra gente, dada la liturgia de concentración que se le supone a un torero en plena temporada. (No me imagino a ‘Paquirri’ en un ‘camarote’ repleto a 24 horas de jugarse la vida y diciendo aquello de ¡y dos huevos duros!, que según cuentan es lo que debió faltar ese día). Parece que todo el mundo se sube a este carro aunque sólo lo viera pasar de lejos. Cada uno que le conceda la credibilidad a quien considere.

Todo esto es mi conclusión después de no haberme perdido ni uno sólo de los especiales que han ofrecido sobre este trágico aniversario y a la espera de ver el desenlace de la TV Movie de T5. Pero creo que, aunque sin duda se ha recordado la persona de Francisco Rivera Pérez, se ha dejado a un lado la figura de ‘Paquirri’, su faceta torera.(Olé al programa ‘Todos para todos’ por haberle brindado su Orobroy de esta semana). A mí, que aún no había nacido cuando el murió, me gusta ver imágenes de ‘Paquirri’ (es lo único que me queda) y compararlo, en la medida en que se pueda, con el toreo de sus hijos. Me ha encantado verlo poner banderillas sin pensar en que si en ese momento pensaba en Isabel o en Carmen o si por su cabeza planeaba el divorcio. Aunque, inevitablemente, todo formaba parte de su persona. Decía Robespierre que la muerte es el comienzo de la inmortalidad. 25 años después, parece ser que Pozoblanco fue la cuna de la vida eterna de alguien que concibió cada corrida como si fuera la penúltima.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Gades, Cádiz, Cai...


Parece que fue ayer, pero ya ha pasado un año. Te conocí cuando menos lo esperaba y sólo me hicieron falta un par de miradas para ver que no me defraudarías. Antes de encontrarnos recuerdo que todo el mundo hablaba bien de ti. ¿Cómo será cuando todo lo que dicen son piropos? Necesitaba conocerte, no cabía otra. Y así, de repente, me vi paseando junto a ti, atravesando cada calle, donde tus manos señalaban un rincón para perdernos en cada una de ellas. No pretendo impresionar ni impresionarte con mis palabras. Jamás podría competir con los requiebros que manan de las tablas del Falla. Sólo quería que supieras que en la distancia se te recuerda y añora. ¡Cómo olvidar tu luz! Este tiempo sin verte me ha servido para darme cuenta de que necesito volver a tu lado, necesito saber que aquello que vi en ti no lo soñé, que no te reinvento al recordarte, que no puedo esperar más para que me descubras todo lo que aún te guardas. Necesito volver a arrodillarme en Santa María. Si “el mundo fue creado redondo para que no viéramos el final del camino”, a ti te confinaron entre las rejas del mar para que el mundo acabara en tus murallas. Ya sabes, “en cuanto enciendas tu plata fina, ¡Ay, amor mío! iré enseguida”…

viernes, 4 de septiembre de 2009

Ni toros ni faenas, pero no se la pierdan


¿Recuerdan aquello de ‘Ni canta ni baila, pero no se la pierdan’? Era el cartel de presentación que el New York Times ofrecía sobre nuestra gran Lola Flores en su periplo norteamericano. Algo así podría ser el ‘slogan’ que se podría utilizar para promocionar la Corrida Goyesca de Ronda. Desde que uno pone un pie en la ciudad del Tajo (de la que me declaro enamorada) en la tarde de la corrida, hasta el aire se transforma. Ese mismo aire que estrecha la mano al recuerdo broncíneo del Niño de la Palma y de Antonio Ordóñez para desearle suerte. Ellos no saltarán al ruedo porque ya estarán allí. Incluso, minutos más tarde, parte de su sangre correrá el riesgo de volver a derramarse. Cuando los jóvenes del pueblo pasean en calesas y a caballo por las calles de Ronda, uno espera que entre los ‘catites’ y ‘madroñeras’ se encuentre Próspero Merimé tomando notas. Cuando suena la música del paseíllo, el público comienza a calentar las muñecas porque se le adivina una tarde de intensa actividad.

Si un curioso busca espectáculo, lo encontrará. Si un aficionado busca faenas, no tendrá tanta suerte. No importará si algún espada pasa de largo con el capote, si se cruzan o no con la muleta o si el acero se hunde de manera incesante en el ‘enemigo’. No importará, porque lloverán orejas. El amplio abanico de políticos, famosos, famosillos, chupópteros, aficionados y demás componentes del respetable verán que la puerta grande se abre de cualquier manera sin que los cerrojos de un criterio acertado, ausente en numerosas ocasiones, lo impidan.

Los grandes nombres sobre el cartel hacen de árboles que no dejan ver el bosque; José María Manzanares, Miguel Ángel Perera y Cayetano. Tres nombres para soñar con un verdadero espectáculo taurino. Pero eso, si no se consigue, aunque parezca mentira, es lo de menos. Y es que parece que entre el público que asiste a la Maestranza a primeros de septiembre hay un acuerdo tácito; “señores, aquí hemos venido a ver cortar orejas y vueltas al ruedo y si los toreros no quieren, pues las van a tener de todas maneras”. Pero claro, con esto ocurre lo mismo que cuando un niño celebra más el envoltorio del regalo que el presente en sí. Si la Maestranza se viste de Armani y Swarovski, pues no importará que el mucho arte con el que cuenta Cayetano no reluzca. Aún así, les puedo asegurar que los destellos de los cristalitos suizos brillarán en Ronda como no lo harán en ningún otro sitio. Difícil de encontrar una pasarela como el pétreo burladero del coso rondeño. Ya les digo, bueno o malo, el paraíso de Ronda lo alberga todo esa tarde. Ya lo decía Cayetano (único de los Rivera Ordóñez que pisará este año el albero) en una entrevista ofrecida al diario Levante: «Si en el cielo se sufre y se disfruta, Ronda es mi cielo».

jueves, 27 de agosto de 2009

Para siempre, Esplá


Ahora que hace días que se acabó la Feria y a otros tres de volver incorporarme al trabajo, no puedo evitar dejar de pensar lo rápido que han pasado mis días de descanso. Descanso, que salvo esta semana que ultima sus momentos, ha transcurrido básicamente en La Malagueta (el coso, me refiero). El resumen es rápido; buenos carteles, numeroso público y un pésimo ganado que hacía que deslucieran los primeros y encendieran al segundo. Un público de criterio cuestionable pero que al fin y al cabo pagaron por un espectáculo que, salvo en una ocasión, no llegó. Simplemente escribiré de impresiones y recuerdos ya que mi afición supera a mi entendimiento, por lo que no pretendo hacer un balance que sirva de guía. Para este fin les recomiendo este enlace http://www.malagahoy.es/article/opinion/498732/la/balanza.html. Pero, en mi ‘balanza’ particular, hay un recuerdo que prima sobre los otros. La corrida del 23 de agosto.

Recuerdo el día que se dieron a conocer los carteles, corrían los finales de junio. Recuerdo esta frase: las entradas sueltas se pondrán a la venta el día 6 de agosto. Con el programa en la mano me fijé en cuatro tardes, pero sobre todo en la última. Era mucho el esfuerzo porque las colas se presumían interminables, pero había un factor que hacía que cualquier esfuerzo valiera la pena, al menos para mí; despedir a Luis Francisco Esplá. El primer personaje conocido al que yo recuerdo haberle tenido una consideración especial. Y llegó. Tras dos horas a pleno sol, las entradas al fin en mi poder.

Y también llegó el día 23. Calor, muchísimo calor. Esplá abría cartel. Le seguían Javier Conde y Cayetano. Pero siempre será para mí el día del adiós del alicantino. Incluso, me atreveré a confesar que estrené un vestido reservado para ese día. Cayetano, de azul marino y oro y mi segunda atracción del día, fue el primero en llegar. De azabache y blanco, Javier Conde. En el patio esperaban los dos únicos diestros a los que les he pedido la oreja, no en este año. Pero faltaba él, que llegó sobre la campana. No soporto las despedidas, pero me consolaba que no era un adiós de cuerpo a cuerpo. Aún así observé cada segundo de Esplá sobre el albero para llevarlo conmigo y que de alguna manera no se fuera nunca.

Ninguno de sus dos toros, fueron faenas para recordar, salvo las banderillas. Siempre fue un maestro del rehilete. Sus toros no humillaban, pero mi lagrimal sucumbió a los trastos de la emoción. Me contuve rápido, no quería que nada empañara aquello. Se despedía Esplá; mi primer ídolo, aquel cuyo nombre adoptó uno de mis primeros juguetes. Sí, con apenas 4 años bauticé con ‘Luis Francisco Esplá’ a un muñeco sin el cual era incapaz de dormir. Se despedía de Málaga el torero por el que el sorteo para ver quién acompañaba por la tarde a mi padre a la plaza era innecesario. Si Esplá era uno de los espadas, allí estaba yo.

Y con la misma rapidez que transcurre tu vida, transcurrió la corrida. Y entonces llegó el momento de despedirme. Decía un amigo que “no hay que empozarse en la nostalgia porque ayer no es ayer, ayer es siempre hoy y siempre mañana” ya que la memoria es eterna. Yo le aplaudí como si volviera en la feria del año que viene. Y de algún modo siempre volverá para mí. Mientras aplauda a algún diestro más cruzando el patio de cuadrillas, nunca olvidaré el día que aplaudí por última vez a Don Luis Francisco Esplá. Hasta siempre, maestro.

viernes, 7 de agosto de 2009

No hay 'billetes'






Panem et circenses. O lo que es lo mismo, ‘pan y circo’ en cristiano, era en lo que consistía el placebo político de la Roma imperial. El bienestar, el pan para el cuerpo; el divertimento, el pan para el espíritu. Curiosa máxima que el maestro Barbieri parafraseó para darle título a una zarzuela, con cuyos acordes comienzan cada tarde de Feria en La Malagueta los festejos taurinos. Y a las puertas de este mismo coso, uno mismo comprueba, como esa sentencia, populista en sus orígenes, cobra vida cada tarde.

Mientras el Gobierno cuelga el cartel de ‘No hay billetes’ en las arcas públicas, los que se acerquen al coso de La Malagueta también lo leerán si su intención es ver torear a José Tomás el próximo día 20. Es un consuelo. Paradójico, pero un consuelo. Las colas rodean las oficinas de desempleo a la vez que rodean la plaza de toros para adquirir una entrada. Y es que tal vez, ese desembolso haga olvidar, aunque sea por una tarde, el paseíllo diario de déficit, embargo y desempleo. Para colmo, una terna con ‘querencia’ a continuar. Si es así, que suene ‘Pan y Toros’, que las penas con pan, son menos.

martes, 28 de julio de 2009

Marta, la que contempla la vida activa


«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» Éstas son las palabras que, según el evangelio de San Lucas, Jesús dirigió a Marta cuando ésta reprochaba a su hermana que le dejara sola con todo el trabajo. No es fácil, ser ‘marta’ (salvo en eso del reproche), pero no se cómo se hace de ‘maría’. No se con qué quedarme. ¡Quién fuera como ella para con sólo elegir una cosa, elegir lo mejor! ¿Con qué quedarse? Yo, en una decisión rápida tomada al ritmo de las teclas y haciendo gala de mi agitación propia de ser una ‘marta’, me quedo con una mezcla de las dos.
Me encanta tener asuntos entre manos, que ningún día sea igual, y prefiero el estrés antes que el aburrimiento (que no el descanso) y cuento con un mal genio, que según se vislumbra en sus palabras, se le adivina a mi tocaya de Betania. Pero es cierto que no hay nada, absolutamente nada como ser feliz con lo justo y necesario y saber que eso con lo que te quedas es lo correcto. Ahí reside mi anhelo de ser ‘maría’. El 29 de julio, se celebra la festividad de Santa Marta. Como regalo quiero, ser por un día ‘maría’ y al día siguiente poder ‘preocuparme’ por aquello que he contemplado. Espero saber elegir “la parte buena”.

domingo, 26 de julio de 2009

La estrella de Contador


Ha acabado el Tour. Alberto Contador ya brilla con luz , más propia que nunca, en el cosmos de las dos ruedas. El mundo del deporte es una mina en eso de encumbrar a sus estrellas a la galaxia de los elegidos. El ciclismo, herido siempre por la sombra del dopaje (véase el último episodio protagonizado por Danilo Di Luca) ha dotado a ese particular firmamento de numerosos astros. Y el de Pinto, no iba a ser menos. Cuatro grandes vueltas y cuatro veces en lo más alto del cajón. Juventud, ímpetu, valentía. Cabeza fría y corazón caliente. El coctail perfecto.

A pesar de su superioridad sobre el papel y sobre el asfalto, Alberto se vio condenado luchar en solitario. En Astana, los que tendían una mano no lo hacían para sujetar a Contador. Aunque eso sí, a su lado nunca faltaban su temple y su confianza, además de un oasis que es ejemplo de lealtad: Andreas Klöden. Corpulento, de gran fortaleza y un sillín imantado a su cuerpo que hace que no se levante ni siquiera ante un puerto infranqueable. Este alemán de 34 años siempre se ha caracterizado por su fidelidad al líder, su líder. Ya lo demostró durante su época como corredor del Deutsche Telekom (que más tarde se llamó T-Mobile) cuando realizaba sus andanzas como fiel Sancho junto a un hidalgo llamado Jan Ullrich. Ahora, batallando en las filas del Astana se ha convertido en el ayudante de campo de Contador. Su único ayudante. Un nuevo Vichy en medio del imperio Armstrong. Un boxer que ha hecho del trabajo y el silencio sus mejores armas.

El jersey amarillo ha supuesto en el corredor madrileño una luz al final del túnel. Un túnel construido a base de intereses creados y favoritismos comandados por un director que ha sido capaz de anteponer los caprichos de un veterano almidonado de ambición y soberbia a las posibilidades reales de ganar la ronda gala. Tanto es así, que minutos antes de comenzar la última la jornada, Contador reconocía que la etapa más dura había sido “la que había tenido que vivir en los hoteles”. Dicen que cuando Dios cierra una puerta, en otro sitio abre una ventana, y en este caso, con vistas a los Campos Elíseos.