jueves, 17 de septiembre de 2009

Gades, Cádiz, Cai...


Parece que fue ayer, pero ya ha pasado un año. Te conocí cuando menos lo esperaba y sólo me hicieron falta un par de miradas para ver que no me defraudarías. Antes de encontrarnos recuerdo que todo el mundo hablaba bien de ti. ¿Cómo será cuando todo lo que dicen son piropos? Necesitaba conocerte, no cabía otra. Y así, de repente, me vi paseando junto a ti, atravesando cada calle, donde tus manos señalaban un rincón para perdernos en cada una de ellas. No pretendo impresionar ni impresionarte con mis palabras. Jamás podría competir con los requiebros que manan de las tablas del Falla. Sólo quería que supieras que en la distancia se te recuerda y añora. ¡Cómo olvidar tu luz! Este tiempo sin verte me ha servido para darme cuenta de que necesito volver a tu lado, necesito saber que aquello que vi en ti no lo soñé, que no te reinvento al recordarte, que no puedo esperar más para que me descubras todo lo que aún te guardas. Necesito volver a arrodillarme en Santa María. Si “el mundo fue creado redondo para que no viéramos el final del camino”, a ti te confinaron entre las rejas del mar para que el mundo acabara en tus murallas. Ya sabes, “en cuanto enciendas tu plata fina, ¡Ay, amor mío! iré enseguida”…

No hay comentarios:

Publicar un comentario