martes, 4 de enero de 2011

JUICIO FINAL (II PARTE)

Si los caminos del Señor son inescrutables ya sabemos que el juicio final se celebrará en una plaza de toros. Allí nadie entra sabiendo el desenlace. Y ese, amén de otros muchos, es su encanto. Como en la vida, caminar sobre la línea que uno traza no es siempre sinónimo de llegar a un final conocido.
Para muestra el final tan repentino de la temporada de Manzanares. ¡Qué pronto se acabó el caramelo de sus faenas en la boca del aficionado! aún así dio tiempo a paladear grandes momentos. Minutos gloriosos que dieron como resultado, por ejemplo, el Capote de Paseo y el Estoque de Plata de la Feria de Agosto de Málaga. La faena a aquel ‘juanpedro’, primero de su lote, fue una muestra de que en esto nada es gratuito. Menos explosiva ha sido la temporada de Miguel Ángel Perera, pero aunque truncada también de forma inesperada por una lesión de espalda, dejó retales de su buen hacer.

La plaza de Vistalegre era el escenario previsto para la vuelta a los ruedos de Jesulín de Ubrique el año en el que se cumplían dos décadas de su alternativa. Una lesión en la mano, que se ‘puso en cuarentena’ algunos mentideros, hizo que éste finalmente reapareciera en Castellón en una tarde fría de recuerdos que resultó ser el preludio de una temporada demasiado descafeinada. Como fría fue el agua, aunque parezca una contradicción, que vino en forma de noticia desde la mexicana plaza de Aguascalientes. José Tomás era cogido gravemente por un Pepe Garfías. La vida y la muerte, plasmadas en instantáneas que no se podrán borrar de la memoria, se daban la mano para demostrar una vez más que sobre el albero no hay más tramoya que el valor ni más guión que el arte. Con ese sobrecogedor percance y en el aspecto más puramente taurino, numerosos carteles se desmoronaron, lo que obligó a algunos empresarios a encontrar la fórmula de convertir el agua en vino sin pensar que otras barricas también estaban llenas. Ahora, sólo queda esperar la fecha de la reaparición. No se si una estrella cruzará el cielo para anunciarlo, pero está claro que muchos viajarán para ‘adorarlo’.